19 Septiembre 2023

El tesorero del siglo XXI… Otra vez

Álvaro Bárez, Head of Transaction Banking Europe

Marzo de 2020. Todo se paró, todo se frenó.

Y, de pronto, empieza de nuevo el siglo XXI y toca correr.

Durante la pandemia las prioridades de las empresas, y por lo tanto de sus tesorerías, volvieron a ser las básicas: saber dónde está la caja; cobrar de manera ordenada; y pagar nóminas, proveedores e impuestos (casi nunca desde los ordenadores en la empresa, montando un sistema de control en teletrabajo). 

Tras la pandemia se percibe un movimiento absolutamente imparable de desarrollo de la labor del tesorero con una función que, sin duda alguna, cobra cada vez más importancia en las decisiones estratégicas de la empresa.

Cierto es que determinadas tareas han vuelto con especial importancia. Es el caso de la necesidad de optimización del rendimiento de la caja, que había perdido relevancia económica en tiempos de tipos muy bajos e incluso negativos. Las posibilidades de optimizar rendimiento en ese entorno eran muy pequeñas y se destinaban menos recursos a las mismas. Esta tarea hoy ha vuelto a ser más relevante que nunca con la subida rapidísima de tipos en el entorno inflacionario en el que nos movemos. Algunos ya ni se acordaban.

Para estas tareas habituales, las empresas han roto el cerdito donde guardaban lo ahorrado por inversiones no hechas y han retomado los proyectos que ayudan a este control y optimización, identificación de cobros, trazabilidad de pagos, consolidación de posiciones, automatización de tareas, conciliación, proyecciones, etc.

Pero no es menos cierto que han surgido tareas nuevas donde la Tesorería es un apoyo imprescindible para acompañar el desarrollo estratégico de las empresas. El tesorero del siglo XXI… otra vez. Las empresas han cambiado la relación con sus clientes y con sus proveedores, y la labor de tesorería es imprescindible.

Pondría dos ejemplos muy claros que potencian la labor del tesorero del siglo XXI, tanto en el incremento de ventas como en la estrategia ESG. Pues casi nada.

En lo que se refiere a la capacidad de venta, las empresas, sobre todo las que facturan masivamente (utilities, telecoms, retailers, también coches….), han descubierto que hay que tener preparados todos los productos de cobro que sean posibles, potenciando, en tendencia imparable, el cobro digital, con la mayor facilidad para su cliente. Se imponen soluciones de cobro para e-commerce, sustitutivas del manejo de cash del cobro en ventanilla en el punto de venta o en el banco, y se gana capacidad de identificación de dichos apuntes para su correcta conciliación. 

Y en cuanto a los proveedores, la necesidad de catalogar su sostenibilidad dentro de los planes ESG de los pagadores hace que cambien las formas de pago y la relación con las mismas. Se les categoriza, se les ayuda, se les premia, se les mantiene, se les echa….

¿Qué nos toca hacer a las entidades financieras? No me atrevería a decir que acompañar a las empresas y a estas nuevas tesorerías en este viaje, ya que resulta poco ambicioso. Diría que nos toca liderar junto a ellas este proceso, una vez más, mediante soluciones que les permitan cumplir los renovados objetivos, con un esfuerzo inversor y comercial redoblado.

Acostumbrémonos a hablar de cuentas virtuales, request to pay, centralizaciones de todo tipo, nuevas formas de cobro, canales digitales -propietarios y directos- para todo tipo de operativa, automatizaciones, plataformas de confirming con catalogación sostenible de proveedores, soluciones de open banking , accesibilidad total, sencillez. Acostumbrémonos a ofrecer estos servicios, es imparable.