18 Octubre 2023

La conservación junto al manejo forestal sostenible serán claves en el camino a la descarbonización

Francisca Libuy, Global Banker de BBVA en Chile

La historia de la humanidad ha estado desde siempre ligada a los bosques, como fuente de refugio, alimento y materia prima han jugado un papel fundamental en nuestro desarrollo como especie. No obstante, siglos de explotación imprudente han degradado buena parte de estos ecosistemas, llevándonos a un preocupante estado de deforestación (sólo entre 1990 y 2020 se perdieron 420 millones de hectáreas de bosques). 

Se estima que detener este proceso de deforestación y ser capaces de conservar los bosques actuales podría evitar la emisión de 3,6 +/- 2 gigatoneladas de CO2 equivalente al año entre 2020 y 2050, aportando además con un 14% de lo que se requiere a 2030 para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5°C[1]

Y es que, además del secuestro de carbono, los bosques -incluidas las plantaciones de árboles de rápido crecimiento- favorecen el control de la erosión de suelos; inciden positivamente en el ciclo del agua; resguardan los caudales de agua dulce, e influyen favorablemente en las condiciones climáticas por su capacidad de reducir la temperatura de la superficie. Y esto sin contar la enorme biodiversidad que son capaces de albergar.

No podemos dejar de mencionar la importancia que los bosques tienen en la economía actual, donde se estima que a 2020 más de la mitad del PIB mundial dependía en forma moderada o alta de los servicios ecosistémicos que proporcionan los bosques. Asimismo, se cree que alrededor de 33 millones de personas —cerca del 1% del empleo mundial— trabajan directamente en el sector forestal, tanto formal como informal. El sector aportó de forma directa, indirecta e inducida más de USD 1,52 billones al PIB mundial en 2015[2].

Los bosques también tienen una alta importancia en la economía mundial, en 2020 más de la mitad del PIB mundial dependía de los servicios ecosistémicos que proporcionan los bosques

En 2021 el Banco Mundial publicó “The Economic Case for Nature” donde estimó de manera conservadora el impacto económico que podría generar el colapso de ciertos servicios ecosistémicos entregados por la naturaleza como son la polinización silvestre, el abastecimiento de alimentos provenientes de la pesca marina y la madera procedente de bosques nativo. Estaríamos hablando aquí de una abrumadora disminución del PIB mundial de USD 2,7 billones anuales al 2030, que afectaría en mayor proporción a los países de rentas medias y bajas, con especial crudeza al África subsahariana y sur de Asia. Esto debería resultar especialmente relevante, pues la pérdida sustancial de capital natural global podría implicar una reducción permanente en el potencial productivo de la economía que sería “difícil o imposible” de sustituir con capital humano o productivo[3].

A pesar de la contundencia de los datos nuestra demanda por recursos naturales no parece menguar. De acuerdo a Global Footprint Network estamos consumiendo los recursos de 1,7 Planetas Tierra cada año, y según datos de la FAO se estima que el consumo anual de todos los recursos naturales combinados más que se duplicará desde 92.000 millones de toneladas en 2017 a 190.000 millones de toneladas en 2060, lo que trae consigo un aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero.  

¿Cómo hacemos entonces para equilibrar las demandas de una población creciente con un enfoque respetuoso al medio ambiente? Pareciera ser que en lo que a la industria forestal respecta, el Climate-Smart Forestry es un buen punto de partida. Esta estrategia busca aumentar los beneficios climáticos y ecosistémicos de los bosques y la gestión forestal sostenible basándose en tres pilares:

 
  • Reducir y/o eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero para mitigar el cambio climático a través del almacenamiento de carbono en los productos forestales y madereros.
  • Adaptar la gestión forestal para crear bosques resilientes y la gestión activa de los bosques para aumentar de forma sostenible la productividad.
  • Proporcionar todos los beneficios que los bosques pueden aportar
 

En concreto, junto al rol crucial que juegan los bosques en la mitigación de la crisis del cambio climático, debemos considerar la contribución que realizan los productos derivados de la madera al almacenar carbono y especialmente al reemplazar productos no renovables y/o intensivos en uso de combustibles fósiles tales como materiales de construcción, químicos, textiles, envases y plásticos en la transición hacia una economía carbono neutral.

Uno de los principales obstáculos en la promoción de esta estrategia es la falta de estudios que permitan cuantificar los beneficios de dicho enfoque. De acuerdo a la publicación de 2018 “Substitution effects of Wood-based products in climate change mitigation”, el foco de los estudios disponibles está más puesto en la construcción, dejando de lado industrias tan relevantes como los textiles y químicos, además del marcado sesgo regionalista (Norteamérica y los países Nórdicos) que impide una mejor representatividad geográfica global. En este estudio: 

 
  • El punto de partida es definir un factor de sustitución que permita medir el impacto neto en emisiones de gases de efecto invernadero del uso de productos derivados de la madera respecto a sus alternativas no renovables/intensivas en combustibles fósiles.
  • La conclusión es sorprendente y esperanzadora. De los 51 estudios revisados, se sugiere un efecto sustitutivo promedio de 1.2 kg CO2 equivalentes (es decir, por cada kilo de carbono en productos derivados de la madera que sustituyen productos no renovables, se genera una reducción promedio de 1.2 kg de carbono), esto sin considerar los beneficios adicionales que ya hemos mencionado.

En CMPC están comprometidos con la sostenibilidad en su Estrategia de Naturaleza, Conservación y Biodiversidad

Desde Latinoamérica tenemos mucho que aportar en este sentido, un excelente ejemplo de uso y manejo responsable en la industria forestal es CMPC. Comprometidos con la sostenibilidad a partir de su Estrategia de Naturaleza, Conservación y Biodiversidad, buscan proteger y ampliar las más de 400,000 hectáreas de conservación actuales, reducir en un 25% el uso industrial de agua por tonelada producida y disminuir en un 50% las emisiones de gases de efecto invernadero al 2030. Con más del 98% de su patrimonio forestal certificado bajo manejo sostenible, la innovación es otro de sus pilares fundamentales: su negocio de packaging ofrece soluciones sostenibles basadas en fibras naturales; ya están presentes en la industria de la construcción desarrollando edificios y casas de madera; tienen un acuerdo con Nordic Bioproducts para producir fibras textiles de origen vegetal que aprovechan los subproductos de la industria forestal de forma más costo-eficiente que las alternativas actuales; están apoyando emprendimientos que buscan reemplazar productos tales como la plumavit y otras espumas plásticas por unas de base biológica e incluso botellas plásticas por otras confeccionadas en más de un 90% con fibras sostenibles, entre otras múltiples iniciativas que buscan mejorar nuestra relación productiva con el medio ambiente.

Sin duda, apoyar a compañías cuyo uso y manejo de los bosques es responsable y que a la vez buscan innovar con soluciones amigables con el medio ambiente y que nos permitan reemplazar productos intensivos en el uso de combustibles fósiles asegurará un flujo continuo y sostenible de materia primas derivadas de la madera que serán cruciales para que, junto con promover nuestro desarrollo, mitiguemos el cambio climático.