09 Abril 2024
La descarbonización no es el único beneficio del cambio en el uso de los modos de transporte
Kevin Buck, Global Clients UK & Northern Europe Managing Director
Aunque el Reino Unido es la primera gran economía que ha reducido sus emisiones a la mitad (un 50% entre 1990 y 2022), el transporte nacional ha visto aumentar sus emisiones en los últimos tres años y es ahora el mayor emisor del país, con un 28% de las emisiones totales. Los turismos son la fuente más importante de emisiones del sector y, mientras los políticos actúan en toda Europa para fomentar el uso de vehículos eléctricos, dejando más espacio para bicicletas y peatones o reduciendo los límites de velocidad, ¿se hace lo suficiente para mejorar y apoyar las redes de autobuses? Y, ¿es el impacto ambiental el único beneficio del cambio del coche privado por el transporte público?
Se ha hablado mucho de la descarbonización en el sector del transporte en general, y es fantástico ver los progresos ya realizados en materia de electrificación a medida que los fabricantes de automóviles y los principales grupos de transporte terrestre avanzan hacia sus objetivos de emisiones netas cero. Un director financiero de marketing me dijo una vez que "un autobús saca 50 coches de la carretera", y no le falta razón en los desplazamientos urbanos en hora punta, donde el transporte público contribuye claramente a la descarbonización y a mejorar la calidad del aire. Los autobuses, especialmente los modelos modernos, de bajo consumo o eléctricos, tienen una huella de carbono por pasajero inferior a la de los coches privados. Menos coches en las carreteras significa menos tráfico, y menos tráfico significa menos coches parados, menos emisiones de vehículos y menos tiempo en la carretera.
Sin embargo, una verdad más incómoda es que muchos de los usuarios de los servicios de autobús carecen de recursos económicos para conducir, y tal vez se olvide el papel clave adicional que desempeña el sector a la hora de impulsar la movilidad social, al proporcionar un acceso asequible al trabajo, la sanidad y el ocio. Un estudio reciente realizado para el Ministerio de Transportes del Reino Unido confirmó que el transporte es un importante facilitador de la inclusión social y el bienestar que puede afectar a aspectos sociales y económicos y, por tanto, tener un impacto sobre la desigualdad.
El transporte terrestre es un importante facilitador de la inclusión social y el bienestar que puede afectar a aspectos sociales y económicos y, por tanto, tener un impacto sobre la desigualdad.
Aunque nuestras propias organizaciones son muy vocales en sus objetivos de mejorar la diversidad, a menudo nuestra definición se centra en la raza y el género, sin tener en cuenta la situación socioeconómica y la equidad social. Es cierto que desde las instituciones se apoya a las comunidades, pero ¿cómo ayudamos a proporcionar la infraestructura necesaria para que esas comunidades no estén aisladas unas de otras o puedan disfrutar de oportunidades más amplias?
Está claro que el transporte no es una solución en sí misma, pero sin duda forma parte de la respuesta, dado que cuando el transporte público está disponible y es asequible es un importante facilitador de la inclusión social y el bienestar. Múltiples estudios han demostrado que las barreras del transporte están estrechamente relacionadas con las oportunidades de empleo en zonas de desventaja socioeconómica, y si el transporte es (o se percibe como) demasiado caro, entonces la gente no puede hacer los viajes que necesita para acceder al trabajo o a la educación/formación. Las personas que dependen más de la red de autobuses para trabajar suelen estar peor pagadas, vivir en zonas más desfavorecidas y tener más probabilidades de rechazar un empleo por problemas de transporte que las que tienen ingresos más elevados, y que suelen utilizar el coche y el tren con más frecuencia.
Los efectos de la pobreza en el transporte son quizá peores para las personas más pobres de las zonas rurales. Los servicios están más lejos, los ingresos suelen ser más bajos y los costes de transporte más elevados, lo que refleja en parte la baja densidad de población, que dificulta el funcionamiento del transporte público. El transporte puede ser esencial para mejorar la igualdad, y la asociación entre los operadores de transporte y el gobierno en zonas como West Midlands es un gran ejemplo de cómo puede orientarse una Transición Justa.
En BBVA trabajamos estrechamente con los principales fabricantes de automóviles y los proveedores de infraestructuras asociados para ayudarles en su cambio de modelo de negocio hacia los vehículos eléctricos, pero también somos un firme partidario y defensor del sector del transporte terrestre en general. Aunque los beneficios medioambientales del cambio modal son evidentes y serán un factor clave en la transición hacia los objetivos de cero emisiones netas, no deben pasarse por alto los beneficios sociales añadidos. La E de ESG es claramente el centro de atención de los responsables políticos dada la emergencia climática, pero las organizaciones tampoco prestamos la suficiente importancia a la S, con el consiguiente peligro para las personas y por ende para la sociedad en la que vivimos.